30/9/12

LOS AUTÉNTICOS INGALLS


Luego de un tiempo sin actualizar el sitio, volvemos a la carga. Y como le tocaba a los Ingalls, una de las personas más capacitadas para hablar de ellos es Vanesa Montacuto, (poseedora del sitio Nostalgiosa, donde narra todo lo relativo a la historia real de Jacinta Pichimauida y sus  3 versiones televisivas) quien posee valiosa información esclarecedora sobre esta familia que no sólo ha sido real, sino que... bueno, en fin, léalo y luego me dirá:                      

 LA FAMILIA INGALLS: ENTRE FICCIONES Y REALIDADES                     
                               
        ¿Quién no recuerda a aquellas tres alegres niñas bajando una colina de altos pastos, riendo felices al son de una música al mismo tiempo romántica y pegadiza mientras sus padres las contemplaban llenos de orgullo y felicidad desde lo alto de una típica carreta pionera? ¿Quién no recuerda la escena de la más pequeñita de ellas cayéndose en medio de la tupida maleza y luego tratando de levantarse para continuar su descenso a pasitos cortos y ya más cautelosos? Nos vienen tres nombres a la memoria: Laura, Mary y Carrie…Y enseguida agregamos los de sus padres, Charles y Caroline, los padres que todos hubiéramos deseado tener cuando chicos. La Familia Ingalls… así se llamaba en Argentina, la serie que pocos pibes se perdían (en algunos paises del resto del continente, como México, por ejemplo, se llamó “Los Pioneros” y en otros La Casa de la Pradera, respondiendo a su título original en inglés, “Little House on the Prairie”), cada tardecita a las siete. Fue televisada en nuestro país por primera vez , no recuerdo bien  si  en el año 1977 o 1978, pero yo estaba en primero o segundo grado de la primaria y el canal responsable de televisarla, era Canal 11.

      Cuanta vez esta serie familiar, ambientada en los años de la epopeya pionera de los Estados Unidos, fue repuesta, alcanzó un nivel de audiencia muy alto y sus personajes son todavía cariñosamente recordados por los teleespectadores de casi todos los países de América
Fuimos aprendiendo a querer a esos hombres y mujeres tan vividos, tan llenos de color , en cierto modo tan familiares aunque sus aventuras se desarrollas en en  los Estados Unidos de fines del siglo XIX


Todos podíamos indentificarnos con alguno de ellos: Charles Ingalls (Michael Landon), el energético, trabajador y un tanto emotivo padre de familia; Caroline Quiner Ingalls (Karen Grassle), la madre, dulce y aparentemente sumisa, pero también fuerte, más racional que su marido y con mucho mayor manejo del tacto y la psicología a la hora de resolver pleitos; Mary (Melissa Sue Anderson), la angelical y bella niña rubia, la hermana mayor, estudiosa, siempre cumplidora de su deber, amante de los libros, laboriosa, humilde y buena; Laura (Melissa Gilbert), la hermanita traviesa, con sus dos trencitas castaño rojizas características, muy parecida a su padre, inteligente, amiga de meterse en problemas, impulsiva, justiciera, a veces algo vengativa y por qué no, irreflexiva; Carrie (LIndsay-Sidney Greenbush, que eran en realidad, gemelas), la pequeña sin historias a quien de quién solo se oía la voz para hacer comentarios tremendamente infantiles, decir que quería ir al baño y soltar inconveniencias; Grace (las también gemelas Brenda y Wendy Turnbaugh), la eterna bebé de las últimas temporadas; Albert (Mathew Labortheaux), el cerebrito de la familia, pura picardía y estratagemas; Cassandra (Missy Francis), linda, emotiva y de lágrima fácil; James (Jason Bateman), el conflictuado… 

         Aquellos deliciosos Ingalls que se robaban nuestros corazones y nos enseñaban verdaderas lecciones de vida y unidad familiar, en el marco de una sociedad cristiana (la religión fue siempre muy importante para los Ingalls), vivían en un encantador pueblito del Oeste norteamericano, Walnut GroveMinnesota, junto a otros personajes no menos convocantes que ellos: El payasesco y a veces trágico Sr. Edwards (Victor French), el  comprensivo Reverendo Alden (Dabas Greer), el médico de la localidad, Dr. Baker (Kevin Hagen), el dueño del molino y fundador de la villa; Lars Hanson (Kart Swenson) y….los Oleson. ¡Ay, los Oleson!  Decir que ellos eran los dueños de la mercantil (negocio de ramos generales), es describirlos demasiado someramente. La familia estaba compuesta   por: Harriet (Catherine Mac Gregor), una matrona muy emperifollada siempre, chismosa, despreciativa, que se jactaba de su árbol genealógico, sus relaciones y su riqueza; Nellie (Alison Arngrim), la hija a quien desde niña se había consentido hasta los límites de lo tolerable era ambiciosa, mala, creída, capaz de las barbaridades más grandes para lograr sus fines egoístas… y enemiga natural de Laura Ingalls; Willie (Jonathan Gilbert) una pequeña peste a quien solo le interesa comer, hace de” ché pibe” de las atrocidades de su hermana, se la pasa con la nariz contra el rincón de la escuela donde lo manda siempre la maestra y finalmente, Nels (Richard Bull)…el sufrido padre, la víctima de los otros tres, que hacen con él y de él , un poco lo que quieren. En la temporada número 8, hacia fines de 1981, se incorporaría una pequeña Nancy (Alison Balson), adoptada por la señora Oleson después del casamiento de Nellie... resultando aún más perfida y sin corazón que la hija carnal de la embrollona Harriet.

Con esta fórmula, logró La Familia Ingallspermanecer en el aire en su país de orígen, desde 1974 a 1984, manteniendo el record, de forma ininterrumpida, a casi todos los actores interpretando los mismos roles por espacio de diez años: un show con temática familiar, que no por escenificar historias ocurridas a fines del siglo XIX dejaba de ocuparse de temas de candente actualidad como drogas, violaciones, suicidios, malos tratos a personas de color o culturas diferentes, el creciente materialismo social, el maltrato físico y moral de niños y la importancia de los valores de la familia, la religión , la amistad , el patriotismo y la honestidad. 
Esta fue la clave del éxito de esta serie dirigida globalmente por Michael Landon (con excepción de algunos capítulos  que dirigieron Blanche Hannalis, Victor French, William F. Claxton, Kent Mac Cray, John Hawkings, B.W Sandefur, Marvin Coil, Gary L. Wohlleben y WInstong Millar).   Landon) en base a una idea original de Ed Friendly, un productor que había comprado íntegros los derechos sobre la obra de la escritora norteameriana Laura Ingalls Wilder. La especialísima música, estuvo a cargo de David. P Rose, veterano en esa lides y autor también de la cortina de Bonanza el éxito anterior de Michael. Y aquí comienza, a complicarse un poco nuestra historia, porque como siempre sucede en estos casos, realidad y ficción se mezclaron hasta lograrse un indisociable pasticcio.

           Laura Ingalls Wilder, es la autora de una intersante pero novedosa por el formato, autobiografía semi-ficcionalizada en nueve libros dedicados a los lectores más jóvenes. Esta autobiografía, por cierto trunca, porque cubre desde sus cinco años de edad hasta los primeros años de su matrimonio con Almanzo J. Wilder (en la serie, interpretado por Dean Butler), recibió el nombre de “Los Libros de la Casita” y comenzaron a ver la luz en los EEUU en plena depresión, en la década del 30. Fueron escritos con el propósito de demostrarle a los yanquis que habían vivido ya tiempos muy duros en el pasado, pero que gracias al espíritu bravío e independiente de ese pueblo, habían podido sobrellevar aquellos malos momentos e ir hacia delante, superando las penurias económicas siempre.

La auténtica Laura Ingalls Wilder.
Laura Ingalls Wilder escribió aquellos Libros de la Casita a instancias de su hija Rose Wilder Lane, también escritora, a quien le parecía que de las memorias de su madre, podría sacarse algo interesante , sobre todo a nivel político, un terreno en el que Lane incursionaría con notable entusiasmo precisamente desde los años 30’ para tratar de neutralizar todo tipo de colectivismo, que según ella, llevaría a la nación al comunismo más tarde o más temprano y la haría entrar en bancarrota. Laura, ya conocida en su región como autora (vivía en Mansfield, Missouri y escribía para el Missouri Ruralist pequeños artículos poéticos, reflexivos acerca de la vida de familia, dando consejos prácticos a las mujeres de los granjeros acerca de cómo vivir cada día con mayor confort e incursionando incluso en sus memorias infantiles, tema que retomaría en sus lbros), se lanzó de esta forma al estrellato nacional y bien pronto internacional, ya que sus nueve libros autobiográficos se tradujeron a varias lenguas. Lamentablemente en nuestro país no es posible conseguirlos y quien esto escribe sólo tuvo acceso a la edición norteamericana. 
             Laura Elizabeth Ingalls nació el 7 de febrero de 1867 en Pepin, Wisconsin, y falleció, dejando tras de si una fama imperecedera y bien merecida, el 10 de febrero de 1957, a dos días de haber cumplido unos muy juveniles 90 años, pues ella fue siempre una mujer muy movediza, independiente e intelectualmente inquieta. Sus libros la sobrevivirían por siempre, y comenzaron a publicarse biografías acerca de ella y su familia siendo las más conocidas las de Donald Zochert, William T. Anderson y John Miller. También su hija Rose Wilder Lane mereció los honores de una investigación biografica por parte de Williams Holz. Hay vasto material acerca de la ya casi mítica familia Ingalls, e incluso a los libros de origen de Laura, se han sumado otras series de libritos dedicados a las mujeres de su rama como protagonistas cuando eran niñas. Así podemos encontrarnos con Los años de Martha (Martha Morse, la bisabuelita escocesa de nuestra heroína), Los años de Charlotte (Charlotte Tucker, hija de la anterior y madre de Caroline), Los años de Caroline (Carolina Quiner, la famosa madre de Laura) y finalmente, Los años de Rose (la hija rebelde y bastante excéntrica de Laura).
                   En los nueve libros originales de Laura Ingalls se basó Michael Landon para poner en marcha la filmación de su serie, que comenzó con una prueba piloto para testear la respuesta del público , el 30 de marzo de 1974: la película para TV que tomaba como modelo el segundo libro de Laura  La Casita de la Pradera, que cuenta acerca de la fallida instalación de nuestros viejos conocidos en Kansas, tierra de indios  Osages, que deben abandonar por orden del gobierno, para luego, ahora sí, dandose inicio a la serie de TV propiamente dicha, fijar su destino en Walnut Grove, un pequeño pueblo de Minnesota que llegaran a amar entrañablemente y en el cual harán muchos amigos duraderos. Sólo lo abandonarán en un momento de grave crisis económica en la quinta temporada (1978) cuando se afinquen en Wynoka, inexistente ciudad del territorio de Dakota donde trabajarán en un hotel, y lo más importante de todo, trabarán relación con el pequeño Albert, un niño de la calle a quien acabarán llevándose con ellos de regreso a Walnut Grove y eventualmente adoptándo. 
Nellie Owens.
             Más avanzada la serie, y ya incorporados también a la familia otros dos huérfanos cuyos padres murieron en un accidente, James y Cassanda Cooper, los propios Charles y Caroline dejarán atrás definitivamente Walnut Grove por Burr Oak, Iowa (1982), vendiendo la “casita de la pradera” a una tal familia Carter, que no gozó de las simpatías del público y determinó el fracaso de la última temprada de la serie. Laura, su marido Almanzo, la pequeña Rose y la adoptada sobrinita Jenny, deberán dejarlo forzosamente en la película con la que se dieron por finalizados aquellos diez años de “familia Ingalls”: El último Adiós, el 6 de febrero de 1984, ya que una compañía minera se declaraba dueña del pueblo y sus habitantes tomaban la decisión de dinamitarlo íntegro, un final muy discutido, pues matar a Walnut Grove no parecía ser la forma más conveniente de terminar la serie. A muchos les dolió como si hubieran perdido a un hijo o a un hermano.

               Así se acababa aquella saga de desastres naturales y economicos, enfermedades,  muertes, incendios, noviazgos rotos, cosechas perdidas, ilusiones rotas y lucha por sobrevivir el día a día, sin perder ni la fe en Dios, ni en los amigos, ni en la familia. Es cierto que a esta serie se le reprocha el ser demasiado trágica, pero quienes así lo hacen, no deberían olvidar que tiene el justo balance entre el drama y la comedia…Como la vida misma, bah. Una buena broma del inefable señor Edwards podía borrar de un plumazo las lágrimas causadas por una tormenta de granizo que diera al traste con el sembradío de maíz, y una metidita de pata de la señora Oleson, cuando no una respuesta de su marido a ese dardo envenenado que la dama tenía por lengua, una broma de Albert o una deliciosa venganza de Laura dedicada a Nellie, tienen el poder de arrancarnos carcajadas cada vez que reponen la serie, aunque nos las conozcamos de memoria.

Las auténticas Laura, Mary and Carrie.
Otra critica que se hace a los Ingalls, y yo creo que esta es la de mayor seriedad, la más justificada, es que no ha permanecido fiel a los libros originales de la autora. Ya sabemos que es cosa corriente el que las películas, obras de teatro o seriales de televisión no sigan al pie de la letra el material escrito en el que se inspiran…pero en este caso, los cambios fueron demasiado notorios. Cuando hacia la adolescencia, leí en la presentación de la serie, que ese programa que tanto me gustaba estaba basado en los libros escritos por la verdadera Laura Ingalls Wilder, me dije a mi misma que los conseguiría para poder leer las aventuras de Laura, Mary, Albert, Harriet, Pa, Ma y el señor Edwards. No se conseguían en Argentina, pero una vez, en una librería que traía material en inglés y francés, encontré un librito de fotos de Laura, su familia y los sitios donde ellos había vivido..y lo compré. Yo tenía entonces 20 años. Tuve bastante suerte, porque el libro traía las direcciones de los  museos dedicados a Laura en cada emplazamiento donde ella y los suyos se afincaran y escribí a todos ellos pidiendo información acerca de los famosos "Libros de la Casita”…Todos me respondieron y me mandaron los catálogos con los precios de cada uno de ellos, otros objetos y publicaciones dedicadas a Laura y su entorno y comencé a encargarlos al correo. En esos tiempos, esos libros eran más baratos que los que se publicaban aquí, y no había problemas con la aduana para pedir material de lectura al exterior. Entonces, me resolví en primera instancia, a pedir el set completo de los 9 libros autobiográficos de Laura, varias pequeñas publicaciones acerca de su vida y su obra y una biografía. Y el impacto fue muy grande, porque si bien la historia de los Ingalls era incluso más interesante que la que se veía en TV y a partir de esas lecturas me hice una verdadera seguidora de esta saga, los hechos televisados se correspondían bastante poco con la realidad.

                     A muchos les dará bastante tristeza enterarse de algunos detalles históricos, como me la dio a mí…Viene el primer golpe: Albert nunca existió. Era un personaje totalmente ficticio, de modo que las especulaciones del público acerca de si murió o no de leucemia son totalmente retóricas. Los actores del ciclo, aseguran que él  efectivamente murió, pero que aquello de su regreso a Walnut Grove para convertirse allí en un gran médico, se debió solo a  que los co-autores del libro para TV, simplemente se olvidaron de tal aseveración cuando decidieron  “matar” a ese personaje tan querido. Fue apenas una falta de coordinación de los libretistas. ( Y por otra parte..¿A qué pueblo iba regresar Albert a ejercer la medicina si Michael Landon decidió dinamitarlo, es decir, hacerlo desaparecer al fin de la serie?). Pero tampoco existieron James y Cassandra, los otros dos hijos adoptivos, la terrible y psicopática Nancy, con quien se intentó reemplazar a Nellie al momento de salir esta del programa, Hester Sue, Joe Kagan y el Doctor Baker. Laura habla en varias oportunidades de un médico en sus escritos, pero lo cierto es que no le da nombre. 
Los auténticos Ingalls.
Tampoco hubo una familia Garvey en la historia y si bien el sr. Edwards no es un personaje inventado, estuvo muy lejos de tener el protagonismo que la serie le asigna en la vida de los Ingalls. Este hombrecito algo rudo, según la propia Laura de apariencia menuda y que se autodefinía como “el gato montés de Tenessee”, aparece pocas veces en el transcurso de los 9 libros de Wilder, siempre de paso y como protagonista de escenas jocosas y a veces violentas. Tiene más espacio en el segundo de los libros de nuestra heroína: La Casa de la Pradera. Sabido esto, borremos también de la lista a Grace Snyder, John, Kart y Alicia Sanderson…Por suerte, la señorita Beadle si tuvo existencia real, así como el Reverendo Alden, pero éste era un hombre bastante joven cuando le tocó oficial para la Iglesia Luterana de Walnut Grove. Según sabemos, murió en 1911.

                Sin embargo, no son éstas las únicas diferencias entre la vida real y la serie de televisión. Creo que la principal es que la familia no vivió casi toda su vida en Walnut Grove, sino que estuvo alli tres años primero, luego, a causa de una invasión de langostas que hizo perder todas las cosechas de la región, Charles y los suyos se mudaron cerca de un año a trabajar a un hotel, en Burr Oak, Iowa, donde sucedieron muchas de las historias que Michael Landon sitúa en Wynoka, incluida la del incendio del “saloon”, luego regresaron a Walnut Grove, quedándose allí un año y algo más y en vista de que la situación económica no mejoraba, se trasladaron al área de De Smet, territorio de Dakota. El hogar definitivo de Charles, Caroline y sus hijas (salvo de Laura, quien siete años después de nacer Rose compró tierras en Manfield, Missouri, donde vivió el resto de sus días) fue esta última población, de la que figuran como una de las familias fundadoras y donde Laura conocería a Eliza Jane Wilder y a su futuro marido, Almanzo.

La auténtica Mary.
        Tal y como se lo señala por TV, Mary sí pierde la vista, pero en circunstancias muy diferentes a las mostradas por Michael Landon: fue como consecuencia de una fiebre muy alta, posiblemente de origen meningítico. No hubo una pérdida gradual de visión a través de los años, sino que la cosa se dio en cuestión de días. Lo último que Mary Ingalls vio en vida, fueron los ojos azules de Grace. Nunca pudo volver a ver, aunque distinguía luces de sombras y la luz directa la molestaba mucho. Efectivamente fue a la escuela para ciegos de Vinton, Iowa, donde pasó nueve años y se graduó con muy buenas notas, pero no abrió ningún instituto para invidentes ella misma, ni se casó. Se quedó a vivir con sus padres, hacía las tareas del hogar, tocaba todas las tardes su órgano – la familia hizo sacrificios para comprarle uno – escribía poesía y prosa poética y enviaba muchas cartas a sus antiguos compañeros de Vinton. Jamás se quejaba, era muy religiosa y llevaba la vida casi de una santa. Por descontado, no hubo ningún Adam Kendall, no tuvo la pobre Mary, un aborto espontáneo, ni perdió a su hijo en el cruel incendio de pesadilla que pone la carne de gallina de todos los seguidores de la versión televisada de su vida. Carrie, un personaje tremendamente infantilizado en la serie, fue la fiel compañera y amiga de Laura en los años en los que Mary estuvo estudiando en Vinton y tuvo mucho protagonismo en los libros de su hermana. Se trata de un personaje muy interesante. Fue periodista en el área de De Smet, quiso ser “pionera” ella misma y se estableció en una muy precaria cabaña en la pradera para que luego de cinco años de permanencia, como rezaba la ley, se le diese posesión de tierras para cultivar. No le fue posible, en razón de su precaria salud y la repercusión que en ella tuvo el crudo invierno de Dakota. Se casó a los 42 años y murió muy anciana, al contrario de Mary, que falleció de un accidente cerebro bascular a los 68 años. En una palabra; su personaje no se parece en nada al de la niña media tonta y estorbona que nos muestra La Familia Ingalls. Solo la separaban tres años de Laura.

Pero quienes más deformaciones sufrieron, fueron los Oleson, al principio por la propia Laura, porque para no “quemar” a su primera rival de la infancia, llamada Nellie Owens, le cambió el apellido. Aparece, tanto en la TV como en los libros de origen con el de Oleson. Los Owens tenían, efectivamente, una mercantil en Walnut Grove, pero el padre no se llamaba Nels, sino William y eran de orígen galés. La madre, de quien nadie puede sospechar haya sido la bruja algo malvada y ciertamente ridícula de la historia de televisión, ya que Laura la nombra una sola vez en los libros y la describe  portándose con ella de modo más bien gentil y cariñoso en el transcurso del cumpleaños de Nellie. La señora no tenía por nombre Harriet: se llamaba Margaret Gibson y era nacida en Canadá. Pude localizar a los descendientes de Willie en una red de genealogía de la web. Y sí, Willie si existió y llevaba el nombre que todos le conocemos, además de tener la personalidad que le vemos asumir en la serie. Lo que no cuenta el relato de Landon (y verdaderamente no sé como se perdió esta perla, yendo el siempre a la casa de tragedias, existentes o inexistentes) es que Willie Owens quedó ciego en la adolescencia intentando encender unos cohetes que le estallaron cerca de la cara, en una celebración del  4 de Julio… Estuvo en Vinton, Iowa, en el mismo instituto que Mary. Eso no le impidió casarse y tener hijos. Hoy, sus biznietos lo recuerdan como a un hombre alegre, siempre festivo y bonachón. Murió a fines de los años 50’. Nellie se casó también, con un  tal Henry Kirry, siendo la orgullosa mamá de Zola, Lloyd y Leslie. Toda la familia está sepultada en Oregon. Parece que la tirria mutua entre Nellie y Laura fue cosa de chicos. La tal Nellie no era un ser perverso y monstruoso, sino apenas una nena algo snob y estirada. Pero Laura Ingalls Wilder “compuso”  a Nellie en sus libros, amalgamando a otras dos conocidas suyas que la fastidiaron durante su niñez y temprana adolescencia: Genevieve Masters, una insoportable niña mimada, hija de un maestro suyo con bucles rubios y esplendorosos vestidos de confección (igual que la pequeña Owens) y Stella Gilbert, una muchacha pobre, enamorada como ella de Almanzo Wilder y que parece, hizo lo posible por robárselo. Genevieve vivió en Walnut Grove (donde incluso fue rival infantil de Nellie Owens) y De Smet, se casó, tuvo una hija y murió en 1909, aún joven, de neumonía. De Stella Gilbert poco se puede agregar, salvo que falleció en 1944 , a los 80 años.

                      Por último, y para no estarnos aquí enumerando diferencias y similitudes, voy a cerrar con el personaje de Eliza Jane Wilder, maestra de Laura en De Smet, quien es mostrada en La Familia Ingalls como una estúpida y miedosa solterona, toda remilgues. La verdadeta Eliza Jane, por cierto, se casó tardíamente, habiendo pasado los 40, pero era una mujer valiente, que, como Carrie, se anotó en las oficinas del gobierno para que, luego de cinco años de ocupar unas tierras y de construirse allí una cabaña, se le diese la posesión efectiva de esos terrenos. No lo consiguió a causa de las malas condiciones climáticas con las que debió lidiar. Yo no comulgo con esas doctrinas, pero hay que señalar que Eliza Jane fue una convencida feminista y socialista, una luchadora y la serie de tv la presenta bajo luces muy diferentes. Hay que decir, sin embargo, que Eliza  Jane fue una muy mala maestra. No daba clases por vocación, sino para automantenerse y como era muy seguidora de las doctrinas modernistas, no estaba de acuerdo con gritar ni castigar a los alumnos…pronto no pudo controlarlos y, al parecer, los miembros de la junta de padres le pidieron la renuncia, porque ya no se podía estudiar en su salón y ella a duras penas era capaz de hacerse oír. Se llevaba muy mal con su cuñada Laura Ingalls e incluso siendo su maestra, la tomó de punto. En la serie, se ve que ambas se adoran. Eliza Jane Wilder se casó con un tal Mr. Thayer, se mudó a Louisiana, tuvo un hijo, Wilder y falleció a los 80 años, sumida en la pobreza.

          Como se verá son muchas las diferencias entre la “verdadera” historia de Laura Ingalls Wilder y su ficcionalización por parte de Michael Landon. Debo reconocer que para mí, al igual que para muchos seguidores de la serie, fue una verdadera decepción enterarme de que muchos de los personajes y situaciones a los que había llegado a amar jamás habían existido. Y lo más triste de todo es que no tengo idea de por qué Landon eligió ese camino, porque si bien se suele decir que uno “le agrega detalles” a una historia televisada para hacerla “más rica” fue exactamente lo contrario a lo que logró él. Muchas de las situaciones de la vida real de la familia Ingalls son, por lejos, más interesantes que las ficcionales y por eso recomiendo a quienes estén aquí dedicándole su tiempo a digerir estas líneas, que se procuren los “Libros de la Casitay biografias sobre los Ingalls –Wilder porque van a descubrir un mundo nuevo.
                      
           Conozco a más de un purista cultor de los libros , que ni mira la serie de TV y la desprecia por falsa y fantasiosa; conozco también fanáticos de esta última que no se interesan en la vida de Laura y hasta dicen que los tiene sin cuidado…Yo estoy en el bando de quienes, aún suspirando porque Landon pudo hacer algo mejor, no podemos resistirnos al encanto de esas tres niñitas inocentes que bajan corriendo la colina al son de una música entrañable. La Familia Ingalls es un clásico que le da lucha al paso del tiempo y aún para quienes sabemos diferenciar entre la vida de la verdadera Laura y la ficción televisada, seguirá siendo un fragmento de ternura en el rinconcito más cálido de nuestros recuerdos.

Vanesa Montacuto Chaminaud.
(Foto portada: de la web.
El resto de las fotos han sido facilitadas por Vanesa Montacuto)


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